Bryan Tubón & Daniel Castro

Proyecto:

“La agresividad y su incidencia en las relaciones interpersonales.”

Objetivo general:

·         Conocer más a fondo la agresividad.

Objetivos específicos:

      ·  Identificar los factores que influyen en las conductas agresivas y sus tipos.
·  Determinar las áreas cerebrales que se activan en una persona agresiva.
·  Especificar que sucede con los adultos cuando no tratamos su agresividad a tiempo.
·  Conocer si el estrés laboral genera agresividad.
·  Establecer un reactivo idóneo para nuestra investigación.

Estudios Previos:

La agresión es el comportamiento cuyo objetivo es la intención de hacer daño u ofender a alguien, ya sea mediante insultos o comentarios hirientes o bien físicamente, a través de golpes, violaciones, lesiones.

Es la conducta cuya finalidad es causar daño a un objeto o persona. La conducta agresiva en el ser humano puede interpretarse como manifestación de destrucción, como reacción que aparece ante cualquier tipo de frustración o como respuesta aprendida ante situaciones determinadas.Para otros psicólogos, la conducta agresiva se encuentra vinculada a la frustración. El psicoterapeuta estadounidense John Dollard desarrolló la hipótesis de que la intensidad de la agresión es inversamente proporcional a la intensidad de la frustración. Para Dollard, la frustración es una interferencia que impide llevar a cabo una respuesta de acercamiento al objetivo en un determinado momento. Esta teoría, muy controvertida en su época, ha pasado hoy a ser menos rotunda. Al parecer, la frustración origina un estado emocional que "predispone" a actuar de forma agresiva, pero sólo en determinadas condiciones y en personas propensas.
Anderson y Bushman (2002) consideran que toda violencia es agresión, pero muchos momentos de agresión no son violentos ya que en ellos no existe intencionalidad ni continuidad, rasgos definitorios de una conducta agresiva o de intimidaciónMuchas personas sufren de agresiones físicas, emocionales, mentales e incluso también espirituales. La agresión se puede expresar en diferentes áreas y con infinidad de formas y siempre son juegos de boicot, generalmente inconscientes. Fundamentalmente tienen dos agrandes asentamientos, en las culpas; las cuales activan agresiones que pasan a ser autocastigos; y la desvalorización, por ejemplo, yo me desvalorizo, entonces en una situación determinada no me supe defender, por lo tanto me culpo y me castigo.
De aquí pueden surgir el alcohol, el cigarrillo o relaciones en donde generamos dependencia, me enamoro de quien me puede lastimar. Es una forma de poner mi agresión afuera.
También puedo hacerlo con las "gratificaciones" en las que de alguna manera me estoy asegurando pasarlo mal después. Por ejemplo, planear un viaje que no puedo pagar o no puedo hacer, por lo cual no voy a poder disfrutar lo que compré. Planear un viaje a la nieve cuando sé que el frío me trae muchos problemas. Comer chocolate porque me encanta sabiendo que le tengo alergia y que mi cuerpo no lo tolera, etc.
En las relaciones "obsesivas", ya sea de pareja o con amigos, está jugando la agresión; en donde nos sentimos invadidos y no sabemos cómo defendernos, o en una relación con una persona que nunca quiera o pueda hacer nada y esto nos obliga  a trabajar por dos, tomar decisiones por dos y me sienta agobiado por responsabilidades que no puedan ser compartidas. Sería bueno observar el entorno y ver cuáles son los verdaderos momentos de disfrute, en donde realmente se sientan bien, a todo nivel; sin que haya después ninguna consecuencia que no sea buena para nuestro ser y nuestra vida.Anderson y BushmanLa propuesta de Anderson y Bushman en su “Modelo General de la Agresión” (GAM) pretende explicar de manera global el comportamiento agresivo. La versión más reciente del modelo propuesto es para los autores la que mejor explica la agresividad, incluso mejor que las mini teorías existentes, ya que la consideran más parsimoniosa al explicar la agresividad en función tanto de motivos instrumentales como emocionales, además de permitir guiar las intervenciones en aquellas personas que son crónicamente agresivas (Anderson, 2002).El modelo propuesto deja de lado la parte afectiva de versiones anteriores (Anderson, 2002)  y se centra en el desarrollo y uso de estructuras de conocimiento tanto de percepción, interpretación, toma de decisiones y acción. Dichas estructuras de conocimiento son utilizadas para guiar las interpretaciones y respuestas de las personas en una situación social por lo que su formación y consolidación es de vital importancia a la hora de analizar el comportamiento agresivo ya que:1. Las estructuras de conocimiento influyen en la percepción en múltiples niveles.2. Pueden convertirse en automáticas con el uso.3. Pueden contener estados afectivos, programas comportamentales y creencias. Las estructuras de conocimiento pueden clasificarse en tres subtipos según consideremos que se tratan de:a. Esquemas perceptuales: usados para interpretar tanto objetos simples (silla, persona) como eventos sociales complejos (insultos personales).b. Esquemas personales: incluyen creencias sobre un individuo particular o un grupo de personas.c. Guiones conductuales: contienen información acerca de cómo nos comportamos en diversas circunstancias.El modelo de agresión general centra su atención en la “persona en la situación”, lo que los autores llaman episodio, consistente en un ciclo de interacción social con tres focos principales; inputs situacionales y personales; rutas cognitivas, afectivas y de activación a través de las cuales esas entradas tienen su impacto y resultados después de la evaluación y procesos de decisiónCausasEn la infancia, son normales los ataques de agresividad. Las conductas agresivas son conductas intencionadas que pueden causar daño, ya sea físico o psíquico.
Conductas como pegar a otros, ofenderlos, burlarse de ellos, tener rabietas o usar palabras inadecuadas para llamar a los demás forman parte de la agresividad infantil. Cuando algunos niños persisten en su conducta agresiva y son incapaces de controlar sus impulsos, pueden sentirse frustrados causando sufrimiento y el rechazo de los demás. (Bandura, 2001)
Según los expertos, la frustración facilita la agresión y es un excelente caldo de cultivo para que se desarrollen conductas agresivas en los niños. El comportamiento agresivo del niño es normal, pero el problema es saber controlarlo. Muchas veces, el niño provoca a un adulto para que él pueda intervenir en su lugar y controlar sus impulsos agresivos, ya que no puede con todo.
Por eso, el niño necesita de un "no hagas eso" o "para con eso". Los niños, a veces, piden una riña. Es como si pidiera prestado un control a su padre o a su madre. Del mismo modo que los padres enseñan a caminar, a hablar o a comer a sus hijos, deben enseñar también a controlar su agresividad.
 Eventos traumáticosUn suceso traumático es un acontecimiento negativo intenso que surge de forma brusca, que resulta inesperado e incontrolable y que, al poner en peligro la integridad física o psicológica de una persona que se muestra incapaz de afrontarlo, tiene consecuencias dramáticas para la víctima, especialmente de terror e indefensión. (Bandura, 2001)
Además se trata de un suceso con el que una persona no espera encontrase nunca porque no forma parte de las experiencias humanas habituales. Por eso, la intensidad del hecho y la ausencia de respuestas psicológicas adecuadas para afrontar algo desconocido e inhabitual explican el impacto psicológico de este tipo de sucesos.Cualquier acontecimiento de este tipo quiebra el sentimiento de seguridad de la persona en sí misma y en los demás seres humanos. El elemento clave es la pérdida de la confianza básica, es por ello que usan la agresión como un mecanismo de defensa o también tienen odio a la sociedad ya que no han recibido una terapia es por ello que actúan con conductas violentas.TiposAgresividad sexualEs la relación sexual no consentida con su cónyuge, o con la persona con quien cohabite o haya cohabitado, o con quien sostuviere o haya sostenido una relación consensual, o la persona con quien haya procreado hijo o hija.La agresión sexual es primordialmente un acto de violencia. El sexo es el instrumento del agresor, pero la motivación es el deseo de humillar, controlar y dominar a su víctima.
La agresión sexual entre parejas ocurre en todas las clases sociales, económicas y razas.
Cuando la mujer es obligada a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad, es víctima de una agresión sexual.Para muchas mujeres sin embargo los efectos psicológicos del abuso son más debilitantes que los efectos físicos. Miedo,  ansiedad, fatiga, desordenes de estrés postraumático y desordenes del sueño y la alimentación constituye reacciones comunes a largo plazo ante la violencia. (Anderson, 2002)
Las mujeres abusadas pueden tornarse dependientes y sugestionables y encontrar dificultades para tomar decisiones por sí mismas. La relación con el abusador agrava las consecuencias psicológicas que las mujeres sufren por el abuso. Los vínculos legales, financieros y afectivos que las víctimas de la violencia conyugal tienen a menudo con el abusador, acentúan sus sentimientos de vulnerabilidad, pérdida, engaño y desesperanza. Las mujeres abusadas frecuentemente se aíslan y se recluyen tratando de esconder la evidencia del abuso.La relación entre el maltrato y la disfunción psicológica tiene importantes implicaciones con respecto a la mortalidad femenina,  debido al aumento de suicidios por esta causa. Luego de revisar las evidencias de los Estados Unidas, Stark y Flitcraft llegaron a la conclusión de que el abuso puede ser el precipitante más importante identificado hasta ahora y relacionado con los intentos de suicidio femeninos (1991). Una cuarta parte de los intentos de suicidio de parte de mujeres estadounidenses y la mitad de los intentos de parte de mujeres afro norteamericanas- están precedidos por abuso (Kaufman, 2005).Agresividad físicaLa violencia física demostrada por adolescentes y adultos jóvenes es una preocupación importante en todas las sociedades modernas. De hecho, el riesgo de ser arrestado y encontrado culpable de comportamiento criminal es más alto durante la adolescencia tardía y la temprana adultez que en cualquier otro momento de la vida Poca supervisión parental, quiebre familiar y malas influencias de sus pares, y situación de pobreza: todas estas variables han demostrado estar asociadas con delincuencia juvenil con uso de violencia. (Renouf, 2010)
Casi todos los arrestos hechos por crímenes violentos han sido a varones. La principal explicación para el comportamiento violento ha sido por mucho tiempo la siguiente: “los comportamientos agresivos y violentos son respuestas aprendidas para la frustración. También pueden ser aprendidas como instrumentos para alcanzar metas, y el aprendizaje ocurre mediante la observación de modelos para dichos comportamientos.Tales modelos pueden ser observados en la familia, entre los pares, en alguna otra parte del barrio, a través de los medios de comunicación masivos o en la pornografía violenta”Agresividad verbalLa agresión verbal, también llamada abuso verbal, es un tipo de violencia que se caracteriza porque pretende hacer daño a otra persona con un mensaje o un discurso hiriente.
Se puede manifestar en forma de insultos o palabras descalificantes, y la víctima, como consecuencia de estos ataques verbales, puede sufrir ansiedad, baja autoestima o un deterioro de su reputación. (Kaufman, 2005)
Factores que influyen en las conductas agresivas  PSICOLÓGICOS O AMBIENTALES · Tribus más agresivas que otras.En determinadas sociedades y culturas, la agresividad puede estar bien considerada como forma de cambiar ciertas actitudes, por ejemplo en Inglaterra está bien visto que un profesor pegue a los alumnos para que estos aprendan mejor (Bandura, 2001)
Normas familiares que fomentan la agresividad de sus miembros "muy bien hijo, así se hace, la próxima vez le pegas un puñetazo en el ojo". Los padres a veces pueden ser modelos de la conducta agresiva, por ejemplo, padres que pegan a sus hijos. Es necesario saber que, en términos generales, se fomenta más la agresividad en el hombre que en la mujer. · Influencia de la TV y los medios de comunicación en la aceptación de la conducta agresiva: en las películas el bueno y el vencedor siempre es el que más caña mete, el que pega mejor, el más fuerte, no el que tiene mayor capacidad vde diálogo Aunque sería muy difícil establecer una relación directa entre nº de horas de TV y aumento de la violencia. Es necesario reconocer que tenemos una tendencia innata hacia la violencia pero que ésta también es influenciada por el medio ambiente potenciándose más.BiológicasIndicios que avalan el componente innato de la conducta agresiva:Aparece demasiado temprano en el desarrollo del niño como para que pueda deberse sólo al aprendizaje.Se encuentra en todas las sociedades conocidas, aunque existen diferencias culturales en cuanto a su expresión.Diversos factores genéticos parecen predisponer a las personas a ser más o menos agresivas, como lo demuestran los estudios de genética del comportamiento realizados con gemelos adoptados por familias distintas y sobre secuencias de ADN que afectan a los neurotransmisores.Se ha encontrado una relación entre los niveles de testosterona y cortisol y la conducta agresiva.Un neurotransmisor, la serotonina, y algunas regiones cerebrales del sistema límbico y del córtex prefrontal desempeñan un papel importante en el comportamiento agresivo, tanto en su manifestación como en su control.Ni los estudios genéticos, ni los referente a las hormonas nuestra una correlación perfecta con la conducta agresiva. Lo que demuestra es que se da una influencia de factores biológicos y ambientales. He aquí algunas muestras de esa influencia conjunta:La agresión en los seres humanos está muy regulada socialmente.Según el ambiente sea propio o no, la tendencia a comportares agresivamente se manifestará más menos.Parece haber una relación recíproca entre niveles de testosterona y agresiónLa cultura regula el uso de la agresión en las relaciones interpersonales y sociales. También contribuye a la presencia de la agresión.La dignidad e identidad de las personas, es otro producto de la vida cultural, cuya amenaza, muchas veces promueve respuestas agresivas por parte de los individuos o grupos afectados.El nacionalismo extremo, los conflictos religiosos o la influencia de los medios de comunicación, serían impensables sin la existencia de la cultura.Existen diferencias culturales en el grado de aceptación de la conducta agresiva.Aunque ninguna cultura fomenta directamente el comportamiento agresivo, el hecho de tolerarlo o justificarlo hace que deje de actuar como freno a la tendencia natural del ser humano a la agresión. Psicológicas o ambientalesTambién dentro del campo de actuación de la psicología forense, el sistema penal americano apoya precisamente la distinción entre agresividad reactiva y proactiva cuando diferencia entre lo que ellos consideran asesinato en primer grado (first degree murder) y homicidio involuntario (voluntary manslaughter), teniendo consecuencias penales distintas en ambos casos (Anderson, 2002).Mientras que lo que el sistema jurídico norteamericano considera asesinato puede considerarse como una expresión de una agresión de tipo proactivo, para el caso del homicidio involuntario o agresión reactiva son necesarias una serie de condiciones que hacen que las consecuencias penales en este tipo de delito sean menores:Debe existir una provocación razonable para que se produzca el ataque.El acusado debe haber sido provocado.Una persona razonable así provocada no hubiese podido apaciguarse en el intervalo de tiempo existente entre la provocación y el ataque.El atacante realmente no se ha apaciguado en el intervalo de tiempo mediado entre la provocación y el ataque. A pesar de que las condiciones enumeradas no esclarecen del todo los requisitos para que un asesinato deba ser considerado homicidio involuntario (por ejemplo no establecen lo que puede considerarse provocación razonable ni cuanto es el tiempo considerado como necesario para que una persona racional consiga apaciguarse), sí aparecen recogidas las principales características que permiten identificar un tipo de agresividad como proactiva y la otra como reactiva (Anderson, 2002).He podido llegar a la conclusión que por diversas causas los seres humanos se vuelven agresivos ya sea por el medio en que se desarrollan, es decir porque aprenden esas conductas, otra causa puede ser el ADN es decir la persona nace con un desencadenante genético de agresividad.Los adolescentes que muestran actitudes hostiles y agresivas y que tienen dificultad para lidiar con el estrés diario, pueden experimentar problemas de memoria en la edad adulta, según el último estudio llevado a cabo por científicos de los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda (EE.UU.) y que recoge la revista Neurology. Existen evidencias de que una actitud hostil, por ejemplo, puede disminuir el umbral de activación de la respuesta al estrés. Ahora, esta investigación profundiza en ello, afirmando que también podría tener un impacto en la función cognitiva y en los perfiles de riesgo vascular asociados al deterioro cognitivo. Los investigadores examinaron una muestra de 3.126 personas en dos etapas diferentes de su vida: primero a los 17 años y, posteriormente, a los 50. En ambos momentos, los voluntarios respondieron un cuestionario acerca de su personalidad, actitud, capacidad para gestionar el estrés, y llevaron a cabo unas pruebas sobre sus capacidades cognitivas y de memoria.Los datos acerca de su personalidad se utilizaron para medir los niveles de hostilidad de los participantes, ya que las preguntas fueron diseñadas para evaluar la desconfianza, herramientas para controlar el estrés, el comportamiento agresivo o los sentimientos negativos asociados a las relaciones sociales. Así, los voluntarios fueron divididos en cuatro grupos de mayor a menor nivel de hostilidad, según los resultados del cuestionario. El análisis de las pruebas cognitivas cuando los voluntarios contaban con una media de 50 años de edad, demostró que las personas con los niveles más altos de agresividad y hostilidad fueron las que peor calificación obtuvieron en todos los tests, comparado con sus resultados previos cuando tenían 17 años. No podemos pensar que nuestros rasgos de personalidad tienen alguna relación directa con lo bien que pensamos o recordamos las cosas, pero sí encontramos que el efecto de tener una actitud hostil y pobres habilidades para afrontarse al estrés, eran similares al efecto de más de una década de envejecimiento", explica Lenore J. Launer, líder del estudio.Según la experta, estos resultados no prueban que las actitudes hostiles causen un deterioro de la memoria y el pensamiento, pero sí indican una asociación. La agresividad es una reacción de nuestro organismo funcionalmente adaptativa para librarse de la ansiedad de un posible peligro, siendo tan patológico reprimirla por completo como expresarla gratuitamente. Sobre aquellos que reprimen su agresividad hasta el sometimiento o quienes agreden indirecta y sutilmente (los pasivo agresivos) hay artículos en este blog, con recomendaciones para sacar la agresividad reprimida por un lado y claves para afrontar las agresiones pasivas por otro. Aquí abordaremos cómo manejar el comportamiento de los agresivos activos, gente que agrede gratuitamente, es decir se comporta violentamente, ya que sin remilgos podemos calificar la agresividad gratuita como violencia. La elección del término violencia, no es baladí, ya que nos servirá de motivación para librarnos de ella. La agresividad ejercida innecesariamente es violencia, y no  hay nada  que  lo  justifique.  Es  importante  para tu autoestima aprender a poner límites a quienes se comportan agresivamente contigo. La agresividad genera estrés al agredido. Se puede agredir de muchas maneras: impertinencias, abusos, gestos, abandonos, miradas, sarcasmo, invasión, desprecio, descalificaciones, risas a destiempo, gritos, amenazas, ruidos etc.Lo primero para librarse esta violencia es tomar conciencia de la agresión, sin justificaciones, lo cual te motivará para intentar empezar poco a poco a poner límite a sus agresiones. Los términos intentar empezar y poco a poco son claves. No pretendo que lo consigas a la primera de cambio pero que te sientas en el derecho de intentarlo, y sobre todo, es fundamental que vayas poco a poco respetando tu ritmo, para sentirte seguro en el proceso. Y cuando digo sentirte seguro, quiere decir que lo que te ha impedido hasta ahora poner límites  a la  violencia  de esa persona que  se pasa de la  raya  contigo  es  tu inseguridad para frenarle, o lo que es lo mismo, el miedo. Puede que tú creas no sentir miedo, y racionalices tu permisividad diciendo: “paso de este tío, no merece la pena enfrentarse a él, en el fondo es un miserable, por un oído me entra y por otro me sale, pobrecito no sabe controlarse pero la realidad nos dice que de no sentir temor, ya le habrías puesto límite, por pura dignidad. Cada vez más se publican informes y se hacen advertencias sobre el aumento desproporcionado de casos de depresión y ansiedad, conductas inadecuadas en los ámbitos familiares, laborales en nuestra sociedad. En tan solo una década han aumentado un 200% el consumo de antidepresivos y ansiolíticos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la crisis repercute en la salud mental de las poblaciones provocando un aumento de casos de ansiedad, depresión trastornos mentales y conductas explosivas. La pobreza y el estrés que la acompaña a causa del desempleo, la violencia, la exclusión social y la inseguridad constante están muy relacionados con el origen de estos trastornos.Hay psiquiatras que alertan, de la instalación de una cultura de la pastilla, pasa así evitar el sufrimiento cotidiano, con el riego que supone la adicción física y psicológica que generan.Los trabajadores tienen que hacer frente a mayores demandas. Están sometidos a tensiones derivadas de producir con plantillas cada vez más reducidas, la contratación temporal, la inseguridad en el trabajo y un creciente desajuste entre la vida laboral y familiar. El estrés puede tener muchos aspectos negativos que afectan al bienestar del trabajador, a su vida familiar, y a sus relaciones sociales. También puede llevar a absentismo laboral, disminución de la producción, y a un aumento de los errores administrativos y de calidad. En la actualidad, todas las instituciones cuyo cometido es la protección de la salud de los trabajadores están alertando del riesgo de los factores psicosociales en el entorno laboral. La agencia Europea para la Seguridad y salud dice: Las personas sufren estrés cuando perciben que hay un desequilibrio entre lo que se les pide y los recursos de que disponen para hacer frente a dicha demanda. El estrés se convierte en un riesgo para la seguridad y la salud cuando es prolongado y puede desembocar en enfermedades físicas y psicológicas. La Agencia Europea para la seguridad y salud en el trabajo estima que el estrés y el resto de riesgos psicosociales vinculados a empresas han producido una pérdida productiva de 136.000 millones de Euros en la UE.” (más del doble de aquellos 61.000 millones destinados al rescate de toda la banca española). El año 2014 ha sido el año de la campaña “gestionamos el estrés” y los datos son demoledores: El 72% de los trabajadores considera que la reorganización del trabajo o la inseguridad laboral son una de las principales causas de estrés relacionados con el trabajo.El 66% atribuye el estrés a las horas trabajadas o a la carga de trabajo lo cual produce problemas graves intrafamiliares.El 59% atribuye el estrés a sufrir conductas inaceptables como intimidación o acuse.El 51% de los trabajadores denuncian que el estrés laboral es habitual en el puesto de trabajo y que la agresividad en ellos es normal.Cuatro de cada diez trabajadores piensan que el estrés no se gestiona adecuadamente en su puesto de trabajo.Ciertos estudios denuncian que entre un 50 y el 60% de las jornadas laboral pérdidas son atribuibles al estrés.Cuando el estrés laboral se hace crónico puede incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, enfermedades musculares y esqueléticas y trastornos mentales, conductas explosivas hoy en día se sabe que el estrés aparece como resultado de la interacción del trabajador y las condiciones de trabajo. Existen ciertas condiciones de trabajo que son estresante para la mayoría de la personas, pero no se puede ignorar la importancia de las diferencias entre individuos. La prevención del estrés laboral que casi un 90 % produce ansiedad y conductas explosivas se puede llevar a cabo actuando al mismo tiempo en dos sentidos, sobre el trabajador y sobre las condiciones de trabajo. A nivel individual, el objetivo es aumentar los recursos de los que dispone para afrontar el estrés en cuanto a las condiciones laborales, hay que realizar cambios organizativos. (isis, 2010)Creemos que en los diferentes ámbitos que se desarrolla el ser humano se presentan circunstancias que generan estrés y por tanto efectos en la conducta, sin embargo una de las áreas que actualmente es perjudicada por este fenómeno él aérea labora. Pensamos que también tiene que ver cuando los individuos no están preparados para cumplir con las demandas del medio, por lo que les produce estrés causando una mala conducta en ellos por lo que es urgente que las organizaciones tomen en cuenta que la mejor forma de evitar la presencia de estrés laboral es comenzar a implementar y hacer vida metodologías encaminadas a la prevención y manejo del estrés.
 (Philip, 2002) Comenta que la agresividad tiene mucho que ver con una perturbación de la serotonina, los investigadores han llegado a la conclusión  que los golpes generados por cualquier persona o violaciones, afectan la disfunción de serotonina y dopaminaBonilla y Fernández Guinea (2012) manifiestan que cuando tienen poca serotonina suelen tener conflictos con la agresividad y no se controlan es decir reaccionan al instante.Definición de agresividadEl análisis realizado por (Anderson y Bushman, 2002), trató de aclarar estas definiciones incluyendo otros requisitos, además de la intención de dañar: que el agresor crea que está infringiendo un daño (para excluir los casos en los que el sujeto desconoce el efecto de sus acciones) y que suponga que el receptor del daño querrá evitarlo, para descartar el daño producido por una intervención médica o incluso en una relación sadomasoquista.Neuropsicología de la agresividadBlair 2010 manifiesta que cuando la amígdala se encuentra saturada hace que las personas sean propensas a no estar de acuerdo con las normas sociales, lo que generalmente repercute en agresiones proactivas.(Hurtado, 2012), en su estudio de investigación sobre la actividad cerebral oscilatoria con los mecanismos de control de laboratorio inducido por la agresión reactiva, encontraron un deterioro de las funciones prefrontales en un grupo de 231 sujetos. Los autores manifiestan que los sujetos que presentan cambios en la actividad prefrontal son susceptibles a comportamientos agresivos o violentos, al parecer la toma de decisiones y las funciones ejecutivas se encuentran comprometidas en el momento de planificar, organizar y direccionar un comportamiento dado en determinado contexto.Asimismo, (Ramírez, 2006) muestran en su revisión que las técnicas de neuroimágen han logrado mostrar los sustratos anatómicos subyacentes al comportamiento psicopático, datos que develan diferencias estructurales y funcionales vinculadas al lóbulo frontal y la corteza ventromedial como se ha mencionado anteriormente, las cuales se encuentran relacionadas, para estos autores, con el manejo de la cognición y la emoción del comportamiento violento.De igual manera, los autores expresan que los sujetos violentos, especialmente los psicópatas, presentan un déficit en la integración del mundo emocional con el razonamiento y la conducta, esto lleva a inferir que los sujetos con tendencia a la violencia tienden a sumergirse en una realidad que es diferente a los contextos o ambientes donde se desenvuelven. Los autores expresan que los sujetos con tendencia a comportamientos agresivos suelen presentar una reducción del 11% de la sustancia gris de la corteza prefrontal, argumentan que esta disfunción puede estar relacionada por una deficiencia estructural prefrontal, lo que llevaría a que este tipo de sujetos presenten un pobre condicionamiento al miedo, falta de conciencia y problemas de autocontrol.A diferencia de otros autores que se han centrado en la amígdala y la corteza prefrontal como procesos claves de disfunción de la conducta violenta, Yang, Raine, Han Chen, Schug, Toga y Narr (2010), en su investigación sobre la reducción del volumen del hipocampo en asesinos con esquizofrenia, encontraron que esta estructura se encuentra comprometida, corroborando de esta manera la hipótesis de Alcázar, Verdejo y Bouso (2008), quienes manifiestan que hay una reducción del 11% de sustancia gris. Asimismo, los investigadores encontraron que la afectación del hipocampo puede conllevar a generar conductas violentas, debido a que hay un mecanismo de inhibición que no procesa la información de manera adecuada, generando de esta manera una disregulación en el control de impulsos, manejo de las emociones y el razonamiento moral. No obstante, a pesar de que estos resultados tienden a tomar una línea diferente de otros autores, estos investigadores no dejan de lado el compromiso de la corteza prefrontal por la reducción de la sustancia gris en esta área, y la relevancia de las disfunciones que las áreas fronto-límbicas tienen para generar conductas agresivas.(Anderson y Bushman, 2002), en una revisión más actualizada sobre neuropsicología de la agresión impulsiva, manifiestan que la alteración estructural y funcional de los circuitos cerebrales implicados en la modulación emocional está asociada con conductas violentas. Según los autores, lo anterior es debido a la hipofunción del córtex prefrontal y a la hiperactividad de estructuras subcorticales como el sistema límbico.Los investigadores plantean que los sujetos con tendencia a comportamiento hostil o agresivo presentan dificultades de tipo cognitivo (mencionadas anteriormente), a diferencia de otros autores que le dan relevancia al córtex orbitofrontal, ya que este se encuentra relacionado con la impulsividad, la emoción y la adaptación al contexto. En esa misma línea, los autores dan importancia al córtex prefrontal izquierdo por su posible relación con el comportamiento violento, anudado esto a una posible hipótesis de las neuronas espejo que, según los autores, se encuentran relacionadas con el lóbulo de la ínsula, corroborando de esta manera los resultados de la investigación de Tatjana (2007) sobre la alexitimia postraumática, disfunciones que van a generar en los sujetos deficiencias en el aprendizaje, la memoria, atención y amígdala, estructuras disfuncionales que caracterizan a un sujeto violento y que se encuentra relacionado con la falta de inhibición que el córtex orbitofrontal tiene sobre la amígdala.Alcázar, Verdejo Bouso y Bezos (2010) manifiestan también una disminución de la actividad de la serotonina, la cual puede estar relacionada con comportamientos de agresión impulsiva.Para Bonilla y Fernández Guinea (2006) los bajos niveles de serotonina se encuentran asociados a problemas del control de impulsos y conductas agresivas, asimismo los autores expresan que la disfunción en el sistema de la noradrenalina va a causar una predisposición para conductas antisociales, ya que el sistema de la serotonina y noradrenalina generan estados sinápticos hacia la amígdala, el hipocampo, hipotálamo, septum estriado y áreas de la neocorteza, estructuras descritas anteriormente por su compromiso en estados violentos de la conducta.Bonilla y Fernández Guinea (2006) manifiestan que los sujetos con tendencias a conducta antisocial presentarán alteraciones neuropsicológicas para planear, organizar, dirigir y controlar aspectos de su vida cotidiana, es decir, las funciones ejecutivas en estos sujetos se encuentran alteradas por el compromiso prevalente de la corteza prefrontal y estructuras límbicas, ambas relacionadas con la planificación, motivación y emoción.Para Rodríguez Biezma y Fernández Guinea (2006), en su revisión sobre disfunción neuropsicológica en maltratadores, encontraron que este tipo de accionar violento se encuentra relacionado con las investigaciones de otros autores. La disminución del sistema serotoninergico se encuentra asociada al desarrollo de conductas violentas. Asimismo, los investigadores, apoyados en estudios de neuroimágen como el SPECT, PET y MRI, demuestran que sujetos agresores presentan actividades bajas en la corteza orbitofrontal y frontomedial; de igual manera, la reducción de la materia gris en áreas frontales se hace evidente para una predisposición a la violencia. Por lo tanto, los sujetos con esta predisposición van a tener dificultades en el control de impulsos o en la expresión de sus emociones, inadecuada planificación de su entorno e incorrecta toma de decisiones.Para Bresan et al. (2009), en su investigación sobre un grupo de personas diagnosticadas con Trastorno de Estrés Postraumático en contextos de violencia urbana, encontraron que estos sujetos se encuentran afectados en aspectos neuropsicológicos en memoria y atención, sus estudios de neuroimágen develan los posibles mecanismos que subyacen a la fisiopatología del estrés postraumático, especialmente cuando se está inmerso en un contexto de violencia, los autores manifiestan un fracaso en la actividad reguladora de la corteza prefrontal, amígdala e hipocampo que llevan a inferir que sucesos violentos desestabilizan el estilo de vida de las personas a nivel familiar, social y por supuesto cerebral.Miczek y Fish (2005), en su trabajo de investigación sobre dopamina, glutamato y agresión, encontraron que la alteración del sistema dopaminérgico conlleva a que los sujetos presenten un estado de exagerada defensa como reacción a un estímulo que clasifiquen como aversivo; posiblemente debido a que, según los autores, las proyecciones ascendentes dopaminergicas del área tegmental ventral, especialmente el cuerpo estriado ventral, junto con el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, son factores clave para el inicio de comportamientos agresivos. Igualmente, y a diferencia de otras investigaciones, Miczek and Fish (2005) manifiestan la importancia del neurotransmisor glutamato relacionado con comportamientos violentos, los autores expresan que una posible disregulación en el glutamato puede generar un estado o síndrome de descontrol que conlleva a generar la excitabilidad de los sistemas neurales, responsables de las conductas agresivas.Genética de la agresiónLos factores genéticos que afectan a la agresión tienen su origen en la expresión de alguna información de los genes de todas las células. Tal condición puede alterar el código genético y crear estructuras o actividades químicas en el organismo. Podemos sospechar que existen influencias genéticas sobre la agresión si:a) se observa que un individuo de una familia normal es muy agresivo,b) cuando muchos miembros de una familia son agresivos, o c cuando una raza particular es especialmente agresiva (Blair, 2010).Los gemelos idénticos u homocigóticos tienen los mismos componentes genéticos, así cualquier diferencia en su comportamiento podría atribuirse a diferencias ambientales. Mednik (1981), hizo una revisión de estudios de gemelos idénticos y sugirió una tasa del 60% de concordancia, compartida por ambos, de problemas producidos por su agresión, mientras que para los gemelos fraternales se encontró una tasa del 30%. Además, un gran número de metanálisis (Ferguson, en prensa;  Mason y Frick, 1994; Miles y Carey,  1997; Rhee y Whaldman, 2002), y revisiones (Moffit, 2005), han sido muy útiles para ir sumando los resultados encontrados de estos estudios sobre genética de conducta. Aproximadamente, la conclusión de estos estudios es que el 50% de la varianza fenotípica antisocial se debe a factores genéticos.En cuanto a estudios de adopción, es de destacar el de Crowe (1975), quien sugirió que existe relación ente madres biológicas y descendientes con respecto a la criminalidad. Aquí. Se demuestra una correspondencia entre ambos padres biológicos e índices de criminalidad de sus descendientes, por lo que se demuestra la transferencia genética.Un síndrome muy estudiado es el de Lesch-Nyhan, el cual ofrece un ejemplo de cómo una disfunción genética puede causar un aumento de la agresividad. Ésta está producida por una deficiencia enzimática heredada en varones, que provoca un aumento de unas moléculas llamadas purinas. Estos sujetos se caracterizan por un alto número de conductas d automutilación, sobre todo mordidas graves de los labios, dedos y brazos, gritos y golpes a otros de manera más bien compulsiva. Estos individuos, por lo general, también padecen un leve retraso mental.Se concluye que en la revisión actual de la bibliografía sobre la neuroanatomía del comportamiento antisocial y violento pone de relieve el papel crucial de las áreas anteriores de la corteza cerebral en la expresión de agresividad impulsiva. Cada vez existen más datos que indican que la baja actividad de la corteza prefrontal puede predisponer a la violencia por una serie de razones.En el plano neuropsicológico, un funcionamiento prefrontal reducido puede traducirse en una pérdida de la inhibición o control de estructuras subcorticales, filogenéticamente más primitivas, como la amígdala, que se piensa que está en la base de los sentimientos agresivos.En el plano neurocomportamental, se ha visto que lesiones prefrontales se traducen en comportamientos arriesgados, irresponsables, transgresores de las normas, con arranques emocionales y agresivos, que pueden predisponer a actos violentos. En el plano de la personalidad, las lesiones frontales en pacientes neurológicos se asocian con impulsividad, pérdida de autocontrol, inmadurez, falta de tacto, incapacidad para modificar o inhibir el comportamiento de forma adecuada, lo que puede facilitar los actos violentos.En el plano social, la pérdida de flexibilidad intelectual y de habilidades para resolver problemas, así como la merma de la capacidad para usar la información suministrada por indicaciones verbales que nacen del mal funcionamiento prefrontal, pueden deteriorar seriamente habilidades sociales necesarias para plantear soluciones no agresivas a los conflictos. En el plano cognitivo, las lesiones prefrontales causan una reducción de la capacidad de razonar y de pensar que pueden traducirse en fracaso académico y problemas económicos, predisponiendo así a una forma de vida criminal y violenta.La agresión, en sus múltiples y variadas formas de expresión, es considerada como uno de os problemas sociales y de salud más preocupantes en la actualidad (OMS, 2002). En primer lugar, por las graves consecuencias que en términos de daños, lesiones y sufrimiento ocasiona en las víctimas. En segundo lugar, porque la agresión se ve comúnmente asociada a otros graves problemas de adaptación y funcionamiento social como, por ejemplo, la delincuencia, el abuso de drogas, la conflictividad familiar, la violencia de género, el rechazo de los pares o el absentismo escolar. Además, la agresión suele estar presente en multitud de trastornos psicopatológicos a lo largo de la infancia y la adolescencia, tales como los trastornos por déficit de atención y de conducta (Crick y Dodge, 1996; Raine et al., 2006).Sin embargo, lejos de ser un concepto que describa alguna dimensión en particular, la agresión engloba diferentes conductas que, aunque puedan parecer similares, presentan mecanismos de control totalmente diferentes, adquieren diferentes manifestaciones fenomenológicas y tienen diversas funciones y antecedentes; siendo provocadas por multitud de circunstancias externas (Ramírez y Andreu, 2006). En otras palabras, el problema a la hora de analizar los procesos y mecanismos implicados en la agresión se encuentra estrechamente ligado a su conceptualización y tipología.Al respecto, existen múltitud de conceptualizaciones de la agresión. Especialmente importante es la conceptualización de la agresión propuesta por el grupo de investigación de Kenneth Dodge et al. (Crick y Dodge, 1996; Dodge, 1991; Dodge, Bates y Pettit, 1990; Dodge y Coie, 1987), en la que se distingue entre agresión reactiva y proactiva. Esta dimensión es especialmente relevante ya que facilita el análisis empírico de la motivación del agresor a la hora de recurrir al daño intencional para resolver un conflicto interpersonal; además de permitir a los investigadores analizar los procesos sociocognitivos y motivacionales subyacentes a la conducta agresiva.Así, la denominada agresión reactiva describe aquellas conductas que se suscitan como reacción a una provocación o a una amenaza percibida (real o imaginada); mientras que la agresión proactiva incluye acciones desencadenadas intencionalmente para resolver conflictos o para conseguir beneficios, recompensas o refuerzos valorados por el agresor; lo que no implica necesariamente que la motivación primaria de la agresión sea provocar sufrimiento o daño a la víctima (Ramírez y Andreu, 2003). En otras palabras, la agresión instrumental o proactiva es fría, premeditada y estaría más bien basada en la doctrina «el fin justifica los medios»; mientras que la agresión reactiva se caracterizaría por «la deshumanización de las víctimas» (Beck, 2003).Profundizando en la dimensión reactiva de la agresión —también denominada hostil o impulsiva—, ésta engloba diferentes actos o conductas cuyo principal motivo sería dañar a otro individuo. Este sub-tipo «hostil, impulsivo o reactivo» se ha relacionado consistentemente con la falta de funciones cognitivas inhibitorias, autocontrol reducido, baja capacidad de planificación cognitiva, impulsividad y hostilidad (Raine et al., 1998; 2006); además de confusión del pensamiento (Barratt, Stanford, Dowdy, Kent y Felthous, 1997), activación emocional intensa (enojo y pérdida de control de la conducta) y reacción a alguna provocación. La agresión reactiva parece estar asociada a reacciones defensivas, miedo, irritabilidad, hostilidad y provocación; así como también a sesgos en el procesamiento de la información social y problemas psicológicos como depresión y somatización (Dodge y Coie, 1987; Volavka, 1995).Desde esta conceptualización, es factible predecir que la agresión reactiva está asociada a sesgos específicos en el procesamiento de la información social, impulsividad y reactividad emocional negativa (hostilidad, irascibilidad y ansiedad social). Especialmente, por su posiblidades de intervención y modificación, es de destacar el papel que desempeña el procesamiento cognitivo en el agresor reactivo a la hora de interpretar que el daño que se produce en circunstancias sociales ambiguas deriva de un intento agresivo e intencional por parte de quien lo provoca.La dimensión proactiva de la agresión —también denominada instrumental, premeditada o planificada— integraría, por contra, aquellos actos agresivos que intencionalmente son provocados para influir y controlar el comportamiento de los demás (Dodge y Coie, 1987). Constituiría, por tanto, una estrategia que el agresor pone en marcha de forma premeditada para obtener una variedad de objetivos tales como ganancias, beneficios, ventajas o recompensas (poder, dinero, dominación y/o satisfacción). Esta descripción de los agresores «proactivos» encaja plenamente con la teoría del aprendizaje social de Bandura (1973), que presta especial importancia al valor instrumental de la agresión. Según esta teoría, este tipo de agresores lo son porque valoran la agresión como una estrategia instrumental eficaz para alcanzar objetivos. Así, los agresores proactivos están seguros de que la agresión «merece la pena» en términos de beneficios tangibles, y perciben que incrementan su autoestima al dominar a otras personas que se someten antes de que se hayan producido daños graves.La agresión proactiva estaría asociada con la evaluación positiva de la agresión y, sobre todo, de sus consecuencias, con la ganancia y los beneficios, la dominación, el status y una mayor autoestima. La agresión proactiva también se ha relacionado con rasgos psicopáticos de la personalidad (frialdad afectiva y callosidad emocional, entre otros). Mientras la agresión reactiva puede tener características pertenecientes al espectro psicopatológico esquizotípico y límite, distorsión de realidad, inestabilidad emocional y anormalidades en el procesamiento de la información social, la agresión instrumental/proactiva quedaría representada en la psicopatía y el trastorno disocial (Raine et al., 2006). En este sentido, los psicópatas han sido caracterizados como agresores instrumentales o predatorios, manipulativos, con baja activación simpática, buscadores de sensaciones y fríos emocionalmente (Hare, Cooke y Hart, 1999; Newman, 1997); con una mayor predisposición a la criminalidad violenta que los delincuentes no psicópatas (Hare y McPherson, 1984).

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